A pesar de que la resonancia magnética y las tomografías computarizadas, entre muchas pruebas más, han demostrado por muchos años que el cerebro se utiliza al 100% prácticamente todo el tiempo, hay personas que siguen diciendo que sólo utilizamos el 10% de nuestro cerebro.
Se cree que este mito pudo tener su origen por una afirmación del psicólogo William James, cuando en 1906 dijo que estábamos haciendo uso de solo una pequeña parte de nuestros recursos físicos y mentales, o de una falsa cita en la que el científico Albert Einstein habría defendido la veracidad de que usamos un 10% del cerebro. Pero cualquiera que haya sido el origen de este mito resulta en estos días una afirmación falsa.
Los neurólogos han afirmado que nuestro cerebro se usa al 100% todos los días, lo cual se respalda por gran cantidad de pruebas, por ejemplo, los escáneres han probado que una acción tan simple como cerrar y abrir un puño requiere la participación de mucho más que la décima parte del cerebro. Si se quiere decir que alude a las neuronas el absurdo es total: son demasiado valiosas y complejas para que el organismo deje a nueve de cada diez en el paro.
Al ser verdad que solo utilizamos un 10% del cerebro, nos encontraríamos ante la primera prueba palpable de que un órgano puede mantener sus funciones cuando el 90 % de sus células no sirven para nada.
Nuestro gran cerebro exige una cabeza de buen tamaño, y por eso nacemos antes de estar preparados para sobrevivir solos. De seguir desarrollándonos en el útero, la cabeza crecería hasta no pasar a través del cuello uterino en el parto. Y no tiene sentido desde el punto de vista evolutivo desarrollar un órgano que vamos a desperdiciar casi por completo.
El cerebro permanece ocupado incluso cuando no hacemos nada. Bastante tiene ya con controlar funciones inconscientes como la respiración y el latir del corazón. Y las tecnologías de imagen nos han enseñado que su actividad es intensa hasta en lo más profundo del sueño, en el que se implican gran número de zonas cerebrales.