Lo conocemos bajo un nombre, ‘ideologías’. Una definición razonable puede ser la que sigue.

Son conjuntos integrados de ideas interconectadas entre sí que forman un todo organizado que tiene capacidad de explicar toda la historia humana a partir de una cierta premisa, teniendo un aspecto científico y filosófico que le proporciona una apariencia académica respetable.

Su esencia central es la idea primaria de la que parte, la primera premisa, sobre la que construye el resto de sus conclusiones y que sirven para decidir acciones políticas aplicadas a todos en una sociedad.

La ideología es «la lógica de una idea», como escribió H. Arendt, una idea aplicada a la historia creando así la noción de «un proceso en desarrollo que está en cambio constante». En otras palabras, es el descubrimiento de una ley, como las físicas, pero aplicada a la evolución de la historia humana.

Gracias a la ideología es posible conocer «los secretos del pasado, lo intrincado del presente y las incertidumbres del futuro». Una especie de bola de cristal en manos de una gitana a la que se consulta sobre la vida personal.

Hay en la ideología una mezcla curiosa de simplicidad y complejidad. La sencillez de partir de una sola idea, la premisa inicial como la fuente desde la que todo fluye con una lógica absoluta. La complejidad de esa lógica y sus conclusiones, que hace que la ideología sea comprendida por unos pocos (sus fans que dicen que la entienden).

Una vez expuesto lo anterior quiero concentrarme en un punto que creo que bien vale una segunda opinión: la tendencia totalitaria de toda ideología se sustenta en su énfasis en el futuro, al que afirma conocer y al que se llegará aceleradamente gracias a la acción de su líder.

Y, en nuestros días, existe una ideología quizá distinta a las anteriores obvias (nazismo y comunismo), la que nace de una premisa que expone el potencial de un gobierno. Esa premisa es la de suponer que no existe problema alguno que no pueda solucionarse por medio de un acto de gobierno.

Vista del otro lado, la premisa sostiene que es perfectamente viable alcanzar el estado de una sociedad perfecta sin problema alguno porque el gobierno tiene esa suficiencia para resolver todo problema. Un ejemplo:

«AMLO demanda que el Estado garantice el bienestar “desde la cuna hasta la tumba”». jornada.unam.mx

Lo digno de resaltar es esa premisa original, desde la que parte esa ideología de la omnipotencia gubernamental que hace viable una sociedad en la que las personas ya no están expuestas a vicisitudes e incertidumbres de ningún tipo. El gobierno es tan poderoso, sabio y honesto que puede lograr hacer realidad a la sociedad ideal.

La premisa de la omnipotencia estatal es realmente notable porque contiene una paradoja.

Presupone que la persona común, por sí misma, es incapaz y inhábil, pues no tiene talentos ni inteligencia suficiente para cuidarse a ella sola. De allí que la persona común deba ceder el poder al gobierno porque este sí tiene la capacidad y la habilidad para cuidar a la gente desde que nace hasta que muere.

Si ninguna persona es capaz de cuidarse por sí misma resulta obvio preguntarse cómo entonces es posible que las personas en el gobierno sean capaces de cuidarse a ellas mismas y adicionalmente a todo el resto. O todos son inútiles para cuidarse a sí mismos, o no lo son.

La paradoja, que es una contradicción incuestionable, tiene una respuesta en la ideología de la omnipotencia estatal: es el líder y sus iniciados quienes conocen el futuro y saben cómo llegar a ese paraíso social. Todo lo que se necesita es que los ciudadanos se sometan.

Ya que existe ese líder con un conocimiento del futuro que llegará gracias a su visión, la realidad es abandonada; «el pensamiento ideológico se vuelve independiente de toda experiencia de la que pueda aprenderse algo». Es como una liberación de la realidad que pueda contradecir al líder y sus acólitos que hace posible mantener la visión futura sin importar los sucesos reales.

«[…] ayúdenos a hablar de la grandeza de Hugo Chávez y de lo grande que es el gobierno Bolivariano de Venezuela, de la admiración y respeto que nos genera. Yo no puedo hacer otra cosa que honrar a Hugo Chávez». Yeidckol Polevnsky, secretaria general de MORENA.

«Las FARC manifiestan su apoyo a la revolución bolivariana y a Maduro». elnuevoherald.com

Esta emancipación de la realidad explica la razón de la imposibilidad de usar evidencias tangibles al discutir con el líder y sus asociados en la misma ideología.

Post Scriptum

Para esta columna usé ideas del libro de H. Arendt, The Origins of Totalitarianism, de donde provienen las citas no asignadas.