El descontrol humano digital es la manifestación de una falta de acciones personales ante el uso desequilibrado de la tecnología

La llegada de la tecnología prometía un horizonte lleno de conocimiento ilimitado, eficiencia, optimizada y una conectividad global.  Sin embargo, esta promesa viene acompañada de una sombra: El descontrol humano digital.

Se trata de un fenómeno que se hace presente por la incapacidad para autogestionar el comportamiento propio, la atención y el bienestar en un entorno saturado de la tecnología, algoritmos y plataformas digitales, mismas que fueron diseñadas con la intención de capturar y mantener el compromiso de una conexión permanente. Más que una simple adicción, dicho descontrol representa una pérdida de la soberanía individual sobre el tiempo, la mente y las emociones, lo cual afecta directamente la salud mental, las relaciones interpersonales y la productividad.

Precisamente, la tecnología, concebida originalmente como una herramienta de empoderamiento y liberación, ha evolucionado en una fuerza omnipresente que, paradójicamente, amenaza con erosionar nuestra autonomía individual y colectiva. Estamos migrando de ser usuarios de herramientas a convertirnos en el producto de sistemas diseñados meticulosamente para capturar y monetizar cada instante de nuestra conciencia.

El resultado, lo constituye una fragmentación crónica de la atención, una disminución de la capacidad para el pensamiento profundo y la reflexión, así como el aumento en los niveles de ansiedad impulsados por la constante comparación social y el miedo a perderse algo. A tal grado que la mente humana se ha convertido en un campo de batalla donde el algoritmo gana cada vez más terreno, dictando no solo qué vemos, sino también cuándo y por cuánto tiempo.

Para entender mejor este descontrol humano digital y su impacto en nuestra vida, se puede identificar al menos por tres ejes fundamentales: 1) Personales: El deterioro de la salud mental y la atención (comportamientos adictivos, ansiedad y depresión y aislamiento social). 2. Tecnológico: Diseño persuasivo y economía de la atención, desinformación, así como vigilancia y perfilamiento. 3. Sociales y éticas: Violencia, Ciberacoso y falta de alfabetización digital.

Todos ellos, en su conjunto, suponen un riesgo para nuestra vida, al grado de hacernos perder nuestra propia voluntad, nuestros propios pensamientos y emociones, incluso, la manera en cómo podemos afrontar el futuro.

¿Qué hacer ante este descontrol?

Para hacer frente a este fenómeno, una combinación de estrategias individuales puede ayudar a reestablecer una relación más consciente con la tecnología.

  1. Practicar el minimalismo digital desde lo individual. No se trata de una desconexión total, sino el restablecimiento del control, donde la tecnología sirva a nuestros propósitos y no al de los algoritmos o plataformas digitales.
  2. Trabajar en nuestras habilidades. Para ello es primordial educarnos en el conocimiento de los algoritmos, toda vez que la alfabetización digital va más allá de sólo saber manejar una computadora o un teléfono celular.
  3. Mantener un cuidado digital. Siendo preciso la adopción de prácticas y responsabilidades ante el uso inconsciente que hacemos de la tecnología.

Ahora bien, si en definitiva no nos resulta posible mantener el control del descontrol, existe la posibilidad de ser o no ser -humano-  en el mundo digital

Cualquier que sea la decisión que tomemos, el descontrol humano digital representa un desafío importante para nuestra vida. Esto es, al haberse convertido la tecnología en un espejo de nuestra voluntad, debemos asegurarnos de que él mismo refleje nuestra autonomía y no una adicción.