Los cuidados son una necesidad, un trabajo y un derecho.

Redacción por: Aristeo García González

Las personas a lo largo de su vida tienen la necesidad de cuidarse, ser cuidados y recibir cuidados. Se trata de necesidades esenciales para los seres humanos, como lo es el desarrollo pleno de su autonomía, su bienestar y calidad de vida.

Recientemente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos [agosto de 2025], organismo internacional del que el Estado mexicano forma parte, reconoció la existencia de un Derecho Humano autónomo al cuidado y sus alcances. Pero, ¿Qué implica este reconocimiento?  También es necesario que ¿exista un cuidado en el mundo digital?

En el presente, nos movemos en dos mundos, el físico y el digital. Dentro del primero, nuestra vida cotidiana constantemente está expuesta a riesgos y vulneraciones, el comer, el bañarse, el hacer ejercicio, la familia, incluso los seres sintientes, como los son los animales – un gatito o un perrito–, etc., requieren cuidados.  Todo ello, lo llevamos a cabo en el mundo físico, se trata de una necesidad básica e ineludible de la cual depende nuestra existencia y el funcionamiento en la sociedad a la cual pertenecemos, lo que nos permite garantizar el bienestar en las diversas etapas de nuestra vida, así como el  desarrollo de manera autónoma de nuestros proyectos de vida.

Precisamente, dicho organismo internacional ha construido el “cuidado” a partir de tres dimensiones, siendo estas: el derecho a cuidar, el derecho a ser cuidado y el derecho al autocuidado.

La primera, consiste en brindar cuidados en condiciones dignas, tanto de manera no  remunerado como remunerada, implica que las personas cuidadoras –tanto en el ámbito familiar como fuera de él– puedan ejercer su labor sin discriminación y con pleno respecto a sus derechos humanos, con el fin de garantizar su bienestar físico, mental emocional y cultural, por lo que se trata de una responsabilidad del Estado, debiendo para ello adoptar medidas progresivas que les permita a los personas cuidadoras conciliar su vida personal y laboral.

La segunda, implica que todas las personas que tiene algún grado de dependencia tienen derecho a recibir atenciones de calidad suficientes y adecuadas para vivir con dignidad. Toda vez que su alcance y características deben ajustarse a la etapa vital de cada persona [Un bebe, un niño, un adolescente, un adulto, una persona mayor].

La tercera, tiene que ver con el tiempo, espacios y recursos con los que disponemos para cuidarnos a sí mismos, esto es, la manera en cómo procuramos nuestro propio bienestar y atendemos nuestras necesidades físicas, mentales, emocionales, espirituales, incluso, culturales.

Justamente, a partir de esta última dimensión, se puede configurar una cuarta dimensión relativa al cuidado, pero esta vez en el entorno digital. Toda vez que nuestra vida ya no solo gira en torno al espacio físico [fuera de línea –offline–], sino que cada día lo estamos trasladando al entorno digital [on line]. Entonces, si queremos ser personas digitales, también necesitamos de un “cuidado digital”.

Internet, las redes sociales, las plataformas digitales, los dispositivos móviles y las innovaciones tecnológicas han –y están– transformando nuestra vida, como vivimos, como trabajamos y nos relacionamos, lo que ha ocasionado una nueva forma de interacción y creciente dependencia, lo cual implica desafíos y riesgos ante su uso desmedido.

En razón de lo anterior, es necesario, aunque no ha sido referido por el órgano internacional, la existencia de “cuidados digitales”, esto es, debemos adoptar prácticas y responsabilidades ante el uso cada vez más inconsciente de la tecnología.

En palabras del sociólogo polaco Zygmun Bauman [la sociedad del consumo]: “vivimos entre islas de certezas en un mar de incertidumbre”

Esto es, si queremos un bienestar físico y mental, así como no depender del uso tecnológico, pero sobre todo, para hacer efectivo el derecho humano al cuidado con el que contamos, debemos  construir cada uno de nosotros buenas prácticas y conductas [certezas],  ante el uso desmedido de la tecnología [incertidumbre]