Betty Valdés / Notiunion

Ya pasaron dos días de que el juez Ariel Montoya emitiera el fallo condenatorio en contra de Diego Urik Mañón Melgoza, y ya no es necesario poner la «N» por aquello de la presunción de inocencia, pues luego de más de dos años, de exponer cien pruebas, de presentar una larga lista de testigos, de 24 audiencias de juicios orales, de muchas protestas, de tanta revictimización, ¡por fin! se encontró culpable a Diego Urik por el feminicidio de Jessica González Villaseñor, delito que cometió el pasado 21 de septiembre del año 2020.

 

La historia atroz continúa y no les voy a mentir, otra vez me negaba rotundamente a escribir. La audiencia donde se emitió el fallo condenatorio se llevó a cabo el 27 de enero 2023 a las 13:00 horas y culminó las 14:46 horas. Es de madrugada y han pasado 53 minutos de este 29 de enero 2023 y decidí levantarme a escribir.

En realidad, duele escribir, pues tengo una pelea interna entre dar voz y que ustedes conozcan lo que pasa y con lo que arrasan los feminicidas de Michoacán, pero a la vez siento que no soy nadie para contarles esta historia, pues la misma madre de Jessica expresa todo en su mirada llena de cansancio, tristeza y sobre todo de coraje. Sería en dado caso ella o su hermano Cristo González, quienes deberían estar contando y escribiendo esto, pero sé que ellos están muy ocupados luchando en contra de todo un sistema que jura protegerlos y bridarles acceso a la justicia y que terminan vulnerándolos y pisoteándolos una y otra vez.

 

Además, ellos no se ven como los veo yo desde lejos, y no se ven con el mismo asombro de fortaleza que los ven mis ojos, pues hasta siento que en ocasiones ni ellos son conscientes de lo poderosos que son como familia, que ni cuenta se han dado de lo que han logrado transmitir, así que por eso y casi en contra de mis principios aquí estoy de nuevo, escribiendo.

Cristo González, hermano de la víctima estaba afuera con una bocina y una lona en señal de protesta. Previo al inicio de la resolución del fallo del juez, y desde las afueras del coloquialmente llamado «tutelar de menores» permeaba la tensión y los nervios. Una lona colgada de los barrotes de metal que resguardan el edificio advertía ya un acto de protesta.

«PENA EJEMPLAR AL FEMINICIDA»…

Se leía en la lona, la cual estaba acompañada de Cristo González, y a él lo acompañaba una enorme bocina. Va a gritar, va alzar la voz y va exigir justicia, eso fue lo que pensé en el momento que lo vi. Y apenas me iba acercar a él para preguntarle qué era lo que iba hacer, cuando encendió la bocina con la canción titulada «Canción sin miedo» de Vivir Quintana, una canción sumamente representativa y considerada himno del movimiento feminista, movimiento en el que se han respaldado y que los ha acuerpado en ocasiones, pues Jessica marchaba cada ocho de marzo para pedir justicia para las mujeres, sin saber que un día esa manada gritaría su nombre.

 

«Que tiemblen los jueces y los judiciales, hoy a las mujeres nos quitan la calma, nos sembraron miedo, nos crecieron alas», fue lo que resonó mientras le preguntaba a Cristo si él no entraría a la sala. «Tengo que luchar y pedir justicia por mi hermana y lo voy hacer desde aquí», respondió Cristo, me dejó casi sin palabras, y digo casi, porque yo tenía muchas preguntas, así que lo cuestioné sobre si lo acompañarían más personas, o si habían convocado públicamente a la protesta, si acudirían colectivas feministas, pero el solo respondió con la voz nerviosa, «no sé, la verdad no sé si alguien más me quiera acompañar, yo espero que sí, pero sino yo por eso estoy aquí». Y es que al hermano de Jessica no le parecía importar nada más que darle voz a su hermana y estar firme y fuerte para gritar «justicia».

 

Una vez dentro de la sala, por poco me quedo sin lugar. Pues la verdad había muchas personas, incluso, en esta ocasión hasta los abogados defensores llevaban compañía. Y esta vez los papás de Diego Urik llegaron a tiempo y juntos, se sentaron hasta adelante, en primera fila, tal cual unidos en espera de lo que el juez fuese a decir. Pero la familia y amigos de Jessica González lograron una vez más abarrotar la sala, además curiosamente entre ellos varias personas portaban alguna prenda en su vestimenta en color morado, desde ahí se advertía de una poderosa protesta.

La madre de Jessica, la señora Verónica Villaseñor pasó a ocupar su lugar en la mesa de trabajo con la Fiscalía y con sus asesores jurídicos, esta vez sin aquel suéter amarillo deslumbrante del que les hablé.

Una camisa de vestir en color morado obscuro adornaba su cuerpo. Ese morado con el que luchan aquellas mujeres en el movimiento feminista, aquellas que luchan por que los feminicidas no queden libres, porque se haga justicia, porque las demás mujeres tengamos acceso a la justicia, por exponer las carencias y deficiencias del Estado en temas de violencia de género y feminicidios, ese color morado intentaba portar, y digo intentaba porque aquel tono obscuro de su camisa morada reflejaba aquel luto y aquel dolor que se refleja en los ojos de la mamá de «Jessi».

 

Pero no solo me llamó la atención la camisa de la señora Vero, sino aún más me llamó la atención la playera con la que ingresó Diego Urik a la sala, pues una playera en color camel o cafecita era la que «adornaba» cuerpo. ¡Así como lo leen!, una playera en casi el mismo tono de aquel suéter café que portaba Jessica cuando fue asesinada brutalmente, ese mismo suéter en color camel o café que causó tanta controversia en los juicios orales, pues la defensa siempre le dedicó bastante tiempo al tema de que si era café o camel el suéter que por que eran colores diferentes y que entonces no se trababa de la misma persona, ni del mismo suéter, ni de la misma ocasión. En fin, Diego tenía una playera en un tono similar a ese mismo suéter con el que fue encontrado sin vida el cuerpo de Jessica. Llámenme loca o fijada, pero me pareció una enorme coincidencia, y espero que solo haya sido eso y no una burla.

 

Fue mientras daba inicio a dar lectura el juez a los motivos por los cuales emitiría su veredicto, cuando la frase «QUE CAIGA CON FUERZA EL FEMINICIDA» se escuchó hasta el interior de la sala y ya no se advertía ninguna protesta, ahora, ya se estaba llevando a cabo, y dado a la intensidad del tono de aquella frase se podría percibir que efectivamente, a Cristo González lo habían respaldado más mujeres y que Jessica tenía voz en ese momento, muchas voces exigiendo justicia; Diego también escuchó y sus movimientos corporales lo mostraban inquieto que movía constantemente su pie derecho, pero yo, yo tenía la piel chinita de escuchar como lograron ingresar sus voces de protesta desde afuera. Pero no a todos les agradó, pues los abogados se mostraban molestos por las manifestantes y aún más la familia de Diego Urik.

 

El juez Ariel Montoya daba lectura a sus argumentos y confirmaba que había encontrado que Jessica González Villaseñor y Diego Urik Mañón Melgoza sí tenían una relación, pues aunque solo tenían relaciones sexuales ya se implicaba una relación interpersonal. Confirmó que si fue Diego Urik quien vio por última vez con vida a la joven y que además fue el quien le arrebató la vida y le produjo una muerte lenta y agónica, pues afirmó que debido a la información emitida por los peritos, Jessica aún no estaba muerta cuando recibió los golpes, es decir, Jessica sintió dolor durante varios minutos previo a que su vida terminara por un golpe en la cabeza y un fuerte golpe en el rostro que le causó hemorragia subaracnoidea secundaria a traumatismo craneoencefálico, en persona policontundida, su nariz también estaba rota. Pero, además, el Juez confirmó que Diego sí sostuvo relaciones sexuales con la víctima, pues acreditó las pruebas de ADN, mismas que permitieron conocer que los espermas localizados en el cuerpo de Jessica eran de él mismo, que además Jessica intentó defenderse, pues tenía residuos de piel de Diego bajo las uñas.

Confirmó que Jessica tenía 31 golpes en su cuerpo, que entre ellos había severos rasguños en sus glúteos, además de lesiones en la zona vaginal, lo que indicó que en hubo violencia sexual.

QUE CAIGA CON FUERZA EL FEMINICIDA…

«Que caiga con fuerza el feminicida», eso se escuchaba mientras el juez hablaba al interior de la sala. Y justo mientras las manifestantes gritaban esa consigna, su señoría afirmaba que Diego Urik había mostrado mayor empatía con un perro que con la muerte de Jessica, pues tomó en consideración los testimonios de los mejores amigos de Diego, cuando testificaron que luego de abandonar el cuerpo de la víctima y después de haber ido al casino, uno de ellos le preguntó el por qué no había matado un perro a lo que el entonces imputado respondió «pobrecito perro», así tal cual, comparando la vida de un ser humano con la de un animal. Fue por estas acciones y comentarios misóginos que el juez consideró que no se trataba de un homicidio doloso, sino de un feminicidio, pues además Diego habría abandonado el cuerpo de Jessica semidesnudo de la cintura para abajo, dejando expuestas y vulneradas sus partes íntimas, además de dejar expuestos sus senos.

 

En realidad no sé qué fue lo que habría pasado por la mente de Diego para matar, para hacer sufrir a aquella chica, aquella joven que apenas acababa de terminar su carrera y hacía sus primeros «pininos» frente a un grupo de niños llenos de sueños al igual que ella, y es que este atroz feminicidio ocurrió cuando la pandemia del mentado Covid-19 nos obligaba a todos a adaptarnos a un estilo de vida que nadie conocíamos, nos obligaba a cambiar de vida, pero nadie le avisó a Jessica ni a su familia que sus vidas cambiarían aún más.

 

¿Imaginan escuchar toda la historia y todo lo que Diego Urik hizo para quitarle la vida aquella joven que logró movilizar a una ciudad entera? Pues no solo eso, escuchar la cantidad de cosas y personas que sabían de la muerte de personas y que no hicieron nada, escuchar los testimonios de los testigos que intentaban salvar su pellejo diciendo una verdad que debieron decir desde el pasado 21 de septiembre 2020 y que la dijeron hasta el viernes 25 de septiembre 2020 porque no tuvieron otra opción.

 

Pues todo esto lo volvimos a escuchar en resumidas cuentas en esta ocasión, con la única diferencia de que todos esperábamos escuchar la decisión del Juez, todos queríamos saber si aún con todas las pruebas el juez aun consideraría la inocencia de aquel joven. Evidentemente sus familiares querían escuchar que Diego Urik saliera bien librado, «inocente», era la palabra que esperaban escuchar, y cómo no, si mucho le habían ya invertido a la defensa con 15 abogados en todo el proceso. Pero las mujeres que se encontraban manifestándose afuera acuerpando Cristo González gritaban «Ya cayó, ya cayó, pinche Diego ya cayó», y gritaban con tanta fuerza que la palabra «justicia» se sentía como un verbo, como una acción que íbamos a presenciar, como si solo esperáramos a que el juez lo declarará culpable, porque todas las voces de afuera que resonaban hasta el interior de la sala recordaban que la «manada» estaba con Jessica.

 

Y no voy a mentirles, la piel se me ponía chinita, mi corazón palpitaba a gran velocidad, no sé si sentía emoción o nervios, pues debo admitir que temía que el juez lo declarara «inocente». Pero a la vez intentaba comprender a las dos madres que se encontraban en la sala, una pidiendo la pena máxima para el hombre que le arrebató la vida a su «Jessi», y otra madre que asegura consumir antidepresivos que la mantienen cuerda y que en ocasiones la hacen «perder la memoria», pues su hijo de la noche a la mañana ya no era aquel joven deportista y guapo, ahora era llamado «FEMINICIDA» en todos los medios de comunicación. Pero no pude, no logré comprender aquello que ambas madres sentían. Pero supongo que una sentiría un dolor profundo y la eterna ausencia de su hija en sus días de vida, pues ni la pena máxima se la devolverá con vida.

«POR ESTAS RAZONES EMITO FALLO CONDENATORIO», DIJO EL JUEZ ARIEL MONTOYA

Muchas personas en la sala reflejaron satisfacción, pero, otras tantas, coraje. Los guardias procesales de inmediato cubrieron a Diego y lo sacaron de la sala, hasta andaba tropezando con aquellos tenis Nike sin agujetas, detrás de él, su pequeño ejército de familiares que lo acompañaron y sus abogados defensores, «Vamos hijo» gritó su padre. Mientras la familia de Jessica Gonzáles se abrazaba y entre miradas «celebraban», pues aún no está todo ganado, falta que este próximo 3 de febrero 2023 se emita la sentencia que deberá pagar el ahora ya reconocido legalmente, feminicida Diego Urik.

 

Y es que, aunque la familia de Diego intentó salir lo más rápido posible, no lograron salvarse de las manifestantes, quienes al salir del recinto comenzaron a gritarles con fuerza «Ya cayó, ya cayó, pinche Diego ya cayó» y «asesinos, asesinos de mujeres».

 

Mientras celebraban, no perdieron la oportunidad de mostrar que respaldaban a la familia de la víctima y lanzaron incluso jitomates a los vehículos que con acelerones y arrancones salieron del estacionamiento, tan llenos de rabia, tan deseosos de poder enfrentarse a las manifestantes, pero sin poder hacer nada, pues ya era oficial, su familiar, su niño, su sobrino, su Diego, era considerado un feminicida. Eran pocas mujeres las manifestantes que gritaban y exigían justicia para Jessica, pero adentro de la sala se escuchaban como una gran multitud. ¡Qué gran satisfacción sentí!

Los espero el 3 de febrero 2023, esperemos sea un día histórico en la sentencia de feminicidas en Michoacán.

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