El paso por el probador de las tiendas puede convertirse en un suplicio. La luz, la temperatura, el aire viciado, los espejos potenciadores de defectos o la estrechez del espacio son algunos de los factores principales culpables de que el probador sea un lugar miserable. “Faldas de tubo, blusas y vestidos de fiesta te deslumbran colgados en la percha y parecen súper elegantes en el maniquí».
A continuación te mencionamos algunos factores que las mujeres señalan como “arruinadores del momento en un probador”:
Las Tallas
Cierto es que los años no perdonan pero los diseñadores tampoco. El canon de belleza actual marcado por la moda es de extrema delgadez, es decir, mujeres muy altas y súper delgadas con tallas entre la 34 y la 36. Algo muy lejano a la mujer de calle. Y más lejos aún de las mujeres que luchan no sólo con los años, también con los kilos. Una talla muy común es la 42, pero para los modistos esa talla es demasiado grande al igual que para las tiendas low cost populares, que todos conocemos. Tiendas en las que el modelo de mujer es muy delgada, cosa que no se ajusta en nada a la realidad.
No es raro que de tienda a tienda también cambien tallas y los estilos de corte siempre obedecen al estilo de la mujer delgada pero no a la mujer normal “de calle”. Esto muchas veces arruina el momento donde se escoge una talla que normalmente queda apretada o no hace lucir bien, y menos en el probador.
La luz
La iluminación es la principal culpable de potenciar e incluso exagerar esos defectos que no nos hacen gracia, resaltar esa lluvia de meteoritos en forma de celulitis, e incluso provocar que no percibamos con claridad el color de las prendas. En este sentido, los expertos dicen que lo más recomendable sería que la luz de los cambiadores fuese lo más natural posible. Pero la realidad es que va por modas. Hubo una época en la que triunfaban los espacios blancos con luz difusa y después se pusieron de moda las tiendas oscuras con iluminación directa sobre las prendas. El problema es que la variación de luz entre tienda y probador hace que los colores se perciban de distinto modo. Si es necesario, el cliente debe solicitar salir a la calle para comprobar con luz natural el tono real de lo que está a punto de comprar.
Lo ideal sería un probador capaz de simular entornos reales y reproducir las condiciones de iluminación exactas de un día de playa, una oficina luminosa o un restaurante intimista y tenue.
Los espejos
En el lado opuesto, están los que afirman verse más guapos en el probador. Siempre ha circulado la leyenda de que las tiendas trucan los espejos para que sus clientes se vean más favorecidos y delgados que en los de casa. Al parecer esto es falso en ninguna de las tiendas parece haber espejos que se utilicen de forma maquiavélica ni que se manipulen para que nos veamos flacos. No tendría sentido porque de los cientos de miles de personas que entran en una tienda al año no todas querrán verse más delgados. Sin embargo, su colocación sí puede distorsionar la imagen. La presión de los clavos que los mantienen fijos, el largo del propio espejo o su peso pueden hacer que se doble y el reflejo se modifique.
Pero no siempre puede ser solo el espejo, si nos ponemos a pensar es una combinación de ambos factores, los espejos y el estado de ánimo pueden influir en nuestro paso por el probador. Todos tenemos algún complejo pero hay momentos en los que sientes que todo te queda mejor que otros. Sin embargo, en personas que sufren trastornos de alimentación el espejo tiene más importancia de la que parece. En caso de tener que hacer alguna compra es mejor ir acompañado por alguien que pueda dar su opinión sin necesidad de tengas que mirarte en el espejo y decidir en base a lo que ves.
El espacio
Aunque existen probadores en los que te gustaría “quedarte a vivir”, normalmente hay tiendas en las que no puedes permitirte ni un llavero, y muchas veces producen ganas irrefrenables de salir corriendo. Ganchos acumulados, ropa por todas partes y temperaturas demasiado bajas o tan altas que parece que entras en un horno, son algunos de los motivos que los convierten en una pesadilla para muchos clientes. A veces los probadores se dejan un poco de lado y se cuida más la tienda. A veces son demasiado pequeños, no están tan limpios como debieran y la cortina no te deja ningún tipo de intimidad. Es importante trabajar para mejorarlos, la atención del personal también es determinante. Deben estar ahí para asistir al cliente si necesita otra talla o simplemente para opinar acerca de cómo les sientan las prendas.
No debemos olvidar que la disposición de las tiendas potencia el consumo, no siempre la comodidad del comprador. Por eso cada vez es mayor la tendencia a probarse la ropa en casa.
Sin embargo; muchas tiendas deben de pensar en mejorar espacios adecuados y funcionales, debido a que la mayor parte de los clientes son mas propensos a comprar artículos después de probárselos.