Ciudad del Vaticano – Después de cuatro rondas de votación y dos fumatas negras, la Iglesia Católica eligió a su nuevo líder espiritual. Este jueves, alrededor de las 10:00 horas (tiempo de México), la tradicional chimenea instalada en el techo de la Capilla Sixtina emitió humo blanco, señal inequívoca de que el cónclave ha llegado a un consenso.

El proceso de elección comenzó el miércoles 7 de mayo con una única votación que concluyó sin resultado favorable, emitiéndose la primera fumata negra por la tarde. Este jueves, tras dos nuevas rondas en la mañana sin lograr los dos tercios requeridos —equivalentes a 89 de los 133 votos posibles—, fue en la sesión vespertina donde finalmente se alcanzó el acuerdo.

¿Qué sigue tras la elección del Papa?

De acuerdo con la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II, el protocolo posterior a la elección incluye:

  • Aceptación y nombre: El Decano del Colegio Cardenalicio pregunta al elegido si acepta su nombramiento. Si responde afirmativamente, se le pregunta el nombre que ha elegido como pontífice.

  • “El Cuarto de las Lágrimas”: El nuevo Papa es conducido a la Stanza delle Lacrime, donde se viste con las vestimentas papales dispuestas en tres tallas diferentes.

  • Vestidura y presentación: Ya ataviado con sotana blanca, solideo, estola, cruz pectoral y roqueta, el nuevo Papa recibe la obediencia de los cardenales electores.

  • Anuncio oficial al mundo: Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el Cardenal Protodiácono anuncia al mundo el tradicional “Habemus Papam”, revelando el nombre secular y el nuevo nombre pontificio del elegido.

  • Primera bendición: El nuevo Sumo Pontífice imparte su primera bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo), marcando oficialmente el inicio de su pontificado.

  • Misa de inicio: En los días siguientes, se celebrará la Misa solemne de inicio del pontificado en la Plaza de San Pedro.

Con este anuncio, la Iglesia Católica inicia una nueva etapa bajo el liderazgo de su nuevo Papa, en uno de los momentos más solemnes y significativos del catolicismo.

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