Roma, 21 de abril de 2025. A un año de su publicación, el nuevo protocolo para el funeral de los papas —impulsado por el papa Francisco— representa un giro significativo hacia la sobriedad y la espiritualidad. La edición revisada del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, aprobada el 29 de abril de 2024, elimina rituales tradicionales y simplifica el ceremonial para reflejar el carácter pastoral del sumo pontífice.

Entre los cambios más notables se encuentra la eliminación de los tres féretros tradicionales —ciprés, plomo y roble— que desde siglos atrás acompañaban la sepultura de los pontífices. En su lugar, se utilizará un único ataúd de madera, con interior de zinc.

Otra modificación significativa es que la constatación de la muerte se hará en la capilla privada del papa, en lugar de su habitación, y el cuerpo será depositado directamente en el ataúd antes de ser trasladado a la Basílica de San Pedro. Además, el cuerpo será expuesto sin catafalco, eliminando también el uso del báculo papal durante la exposición.

Francisco, quien ha expresado su deseo de ser sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor, ha promovido que incluso el lugar del entierro pueda ser fuera del Vaticano, rompiendo con siglos de tradición.

“El funeral del Obispo de Roma no debe ser el de un poderoso del mundo, sino el de un pastor y discípulo de Cristo”, se lee en el documento oficial.

También se ajustaron los títulos utilizados durante la ceremonia. En lugar de términos solemnes como “Romano Pontífice”, ahora se usarán títulos más simples como “papa”, “obispo de Roma” y “pastor”, alineándose con la visión humilde que ha caracterizado el pontificado de Francisco.

Finalmente, aunque se conserva la figura del camarlengo, se elimina la “Cámara Apostólica”, un cuerpo colegiado que asistía durante el periodo de Sede Vacante.

Con estas reformas, el papa Francisco deja un legado que prioriza la esencia del mensaje cristiano sobre la pompa del poder eclesiástico, y redefine el último adiós al sucesor de Pedro.