La escalada del autoritarismo de Nicolás Maduro ha llevado a Venezuela a límites que parecían imposibles de superar. A tenor de lo que ha ocurrido en el último año y medio, no da la impresión de que la situación vaya a revertir. La oposición ha vuelto a recuperar la fuerza en la calle que había perdido en octubre, pese a la violenta represión a la que ha sido sometida en los últimos días. Mientras, la comunidad internacional ha intensificado su presión sobre el régimen chavista. En el caso de América Latina, México ha decidido dar un paso al frente y asumir el liderazgo de la región ante la crisis del país sudamericano. Una actitud hasta ahora inusual, que supone cambio sustancial en la política exterior mexicana en la última década.

Enfrentamientos entre opositores y chavistas, el pasado sábado.

“No podemos y no debemos seguir siendo indiferentes, se trata de una violación sistemática a los principios de la democracia”, aseguró recientemente el canciller, Luis Videgaray, la declaración más rotunda de la diplomacia mexicana hasta la fecha.

El presidente, Enrique Peña Nieto, recibió a Lilian Tintori. El mandatario era uno de los pocos dirigentes mundiales que aún no había recibido a la esposa del preso político Leopoldo López. Entre los principales presidentes latinoamericanos, solo Juan Manuel Santos (Colombia) y Michelle Bachelet (Chile) han rehusado esa reunión. Más allá del contenido, el simbolismo de este tipo de encuentros suele ser considerados como una afrenta por el Gobierno de Nicolás Maduro.

Los movimientos de las últimas semanas suponen un cambio sustancial en la concepción de la política exterior mexicana respecto a América Latina. El sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) estuvo marcado por la cooperación con Estados Unidos y la guerra contra las drogas, mientras que Peña Nieto, hasta ahora, había hecho más énfasis en promover sus reformas. “Durante dos años y medio, Peña Nieto fue cómplice de Maduro, nunca alzó la voz ni hizo críticas; con la llegada de Videgaray cambió el tono”, asegura el excanciller Jorge Castañeda. “Si en América Latina no sales de frente a defender la democracia y los derechos humanos, no tienes bandera. Ahora se ha vuelto a una posición tradicional, México condenó las dictaduras militares y contribuyó a la paz en Centroamérica”, añade Castañeda.