Redacción de: Aristeo García González
México ha dado un paso importante hacia la modernidad y digitalización con la implementación del Certificado Único de Registro de Población (CURP) Biométrico. Países como Uruguay, Colombia, Estados Unidos, Singapur, India e incluso varios estados de la Unión Europea ya utilizan identificaciones con chip y datos biométricos para unificar servicios y facilitar la vida de la ciudadanía.
Sin embargo, la pregunta que debemos hacernos es: ¿está México realmente preparado para un sistema de identidad tan complejo y sensible?
Recientes reformas legislativas, como las aprobadas a la Ley General de Población y a la Ley en materia de Desaparición Forzada de Personas, permiten la creación de la CURP Biométrica y una Plataforma Única de Identidad. Pero no basta con cambiar leyes; es indispensable contar con mecanismos robustos de protección que garanticen la privacidad y seguridad de las personas.
Los datos biométricos —huellas dactilares, reconocimiento facial, firma digital— se han vuelto comunes en sectores privados como la banca, donde son requisito para acceder a servicios. Ahora, el gobierno mexicano recopilará estos datos y los interconectará con múltiples bases de datos públicas y privadas, lo que abre la puerta a un seguimiento casi en tiempo real de nuestra vida diaria: qué hacemos, cómo lo hacemos y qué compramos.
Esto nos remite a escenarios distópicos como “La vida de los otros” (2006) o la novela “1984” de George Orwell, donde el “Gran Hermano” vigila cada movimiento, y la privacidad se convierte en una ilusión. La CURP Biométrica podría transformarse en ese Gran Hermano que busca un control absoluto sobre los ciudadanos, incluso en el ámbito más íntimo: nuestra privacidad.
Por supuesto, esta herramienta tiene beneficios. Facilitará la localización de personas desaparecidas, agilizará trámites y podría prevenir el robo de identidad. Pero no está exenta de riesgos. La centralización masiva de datos biométricos sensibles, su carácter irreversible, y la posible falta de protocolos claros para proteger esta información generan grandes preocupaciones.
¿Quién vigilará a quienes manejan esta base de datos? ¿Cómo se evitarán accesos indebidos o la comercialización ilegal de esta información? Estas son preguntas que el Estado mexicano debe responder con acciones concretas, no solo con legislación, sino con infraestructura tecnológica segura y transparente.
En definitiva, la CURP Biométrica representa la entrada formal de México a la era digital en materia de identidad. Pero mientras el país avanza en este camino, la ciudadanía debe estar atenta y exigir garantías claras para la privacidad y seguridad de sus datos personales.
Porque en un mundo cada vez más digitalizado y vulnerable, la protección de nuestra identidad debe ser prioridad.