Morelia, Mich. a 07 de Julio del 2017.- Chinches, comida descompuesta, colchones y ropa en mal estado, y un baño una vez a la semana, son las carencias a las que se enfrentó este joven que sufre de alcoholismo y fue recluido en un centro de rehabilitación, para dejar de beber.
Durante tres meses, sin poder ver a su familia, este joven fue ingresado hace un par de meses por su esposa en un centro de rehabilitación cristiano, en donde quienes dan el tratamiento a los adictos son los mismos adictos ya rehabilitados.
Estos espacios carentes de infraestructura, y condiciones para atender a los enfermos de alcoholismo o por otro tipo de drogas, se ven sometidos a una serie de vejaciones e insultos y la bienvenida son golpes e insultos.
Se busca generar un sentimiento de abandono de sus seres queridos, haciendo de su vida un infierno. Durante los tres meses que estuvo refiere nunca conoció de inspecciones de las autoridades de salud, para saber si estaba bien o mal e incluso reconoce existe complicidad de las autoridades.
Los jóvenes son obligados a pedir dinero en los cruceros, rogar por comida en la central de abastos, pero además se ven obligados a sufrir condiciones precarias en donde difícilmente encuentran recuperación a su enfermedad.
El joven de quien nos hemos reservado su nombre, señaló que esos lugares son un verdadero infierno, cada minuto, cada hora son eternos, “es muy fuerte que se vive ahí adentro”, expuso.
El lugar, insiste, es sucio y hay chinches, y aunque se duerme cada quien en una litera, estas están sucias, hay personas que se orinan o vomitan, todo el espacio se encuentra sucio, y si bien son 3 alimentos por día los que les dan,la mayoría son descompuestos, y originaron infecciones estomacales.