Soy una ciudadana ordinaria, que ha trabajado para la iniciativa privada toda su vida laboral y últimamente he tomado el camino de emprender mi propio negocio, pretendiendo generar empleo para algunos michoacanos, ofreciéndoles un espacio en donde desarrollarse que les permita generar recursos económicos para sostener a sus familias.

Como yo, hay miles de michoacanos tratando de generar bienestar para sus familias y para su entorno a través del emprendimiento, sin embargo, para muchos ha sido inevitable claudicar en el intento, ante la práctica de la extorsión.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción Sobre Seguridad Pública (ENVIPE), la extorsión es el delito número uno en Michoacán, además de los muchos otros delitos del crimen organizado o sin organizar, y si a esto sumamos la impunidad, el cinismo, la falta de ética, de compromiso y sensibilidad social de nuestros gobernantes, instituciones e incluso de los criminales, pareciera que vivimos una película de humor negro, sin posible final feliz.

Para nadie, incluso para el más necio es imposible negar que vivimos en un ambiente de hartazgo ante tanta impunidad y violencia. Todos tenemos un conocido o el conocido de algún amigo que ha sido víctima del crimen, a través de extorsión, secuestro, robo e incluso asesinato, pero ¿Cuántos de ellos presentan la denuncia formal?

De acuerdo a ENVIPE un 92% de los delitos no son denunciados, a esta cifra se le conoce como la Cifra Negra.

Las razones de no denunciar, según los expertos puede deberse a muchas y variadas razones: No reconocemos una policía eficiente para resolver los casos, existe protección del agresor y la falta de confianza en las autoridades, tabúes sexuales y otros tabúes sociales pueden impedir la denuncia de la víctima de un delito, en particular las agresiones sexuales y la violación.

Estudios académicos han investigado cómo las autoridades pueden influir en la decisión de reportar un delito o no. Algunos estudios demuestran una vinculación entre la  confianza de las autoridades, sobre todo en la policía y justicia, y la disponibilidad para reportar un delito.

Un factor importante que incide en la confianza en la policía es la opinión pública sobre su capacidad para resolver un delito, sobre todo esto influye en la decisión de la víctima para decidir hacer una denuncia o no.

En el 2006 Goudriaan desarrolló un modelo teorético que nos permite conocer las razones del por qué las  víctimas pueden decidir denunciar o no un delito. Su modelo socio-ecológico incluye un análisis “costo-beneficio”, es decir, la victima suele evaluar si vale la pena atravesar por todo el papeleo, inversión de tiempo, etc. para realizar la denuncia contra su afectación por el delito.

Por otra parte las características de la víctima, su contexto social y las circunstancias del crimen, influyen también en la decisión de denunciar o no denunciar.

¿Razones para no denunciar…? hay muchas, pero también hay razones por las cuales debemos hacerlo. Una Cifra Negra alta impide a los actores claves comprender adecuadamente el problema delictivo, por ejemplo; cuáles son las zonas y horarios críticos donde los delitos ocurren, cuáles son los delitos más frecuentes o las características de las víctimas.

La información anterior es importante para el diseño de políticas públicas para prevenir la delincuencia y la evaluación de esas.

Entiendo que exista desconfianza e incluso miedo ante la denuncia, pero no podemos quedarnos en la etapa de quejarnos, tenemos que actuar, y exigir acción de las autoridades competentes.

Denunciar obligará a las autoridades a moverse, así nadie podrá maquillar las cifras, tendrán información y no excusas, ante la necesidad de definir políticas preventivas y de ataque a la delincuencia.

La denuncia va acompañada con la exigencia hacia las autoridades de resolver nuestra denuncia, es una acción de inconformidad ante lo que sucede, empecemos a hacer lo que nos corresponde para que los gobernantes y autoridades comiencen a hacer lo suyo.