La derrota del equipo de Islandia frente a Francia (5-2) puso festejar a sus fieles y entusiastas aficionados como si hubieran logrado una victoria  y  con su característico grito de guerra festejó contagiando a los mismos franceses.
Al llegar a Annecy hace un mes el equipo islandes  nunca imagino que su  participación los llevaría  hasta cuartos de final y que jugaría contra los grandes equipos europeos.
Ahora, concluido el sueño, regresan a Islandia donde miles de islandeses les recibieron el dia de ayer como héroes en Reikiavik a los miembros de su selección de fútbol, homenajeados en un recorrido por la capital.
La selección islandesa transitó en un autobús de dos plantas con el techo descubierto el centro de la capital, repleto de gente que aplaudía y vitoreaba al equipo que tuvo una actuación sobresaliente en su primera participación en una fase final.
El paseo finalizó en el parque de Arnarhóll, junto al puerto, donde subieron a un escenario en el que les esperaban entre otros al presidente, Ólafur Ragnar Grímsson, y el primer ministro, Sigurdur Ingi Jóhannsson, que lucía la camiseta de la selección.
Jugadores y cuerpo técnico se unieron con los miles de hinchas, repitiendo el rito que ha dejado huella en la Eurocopa: los toques de tambor, las palmadas y un rugido, “¡uh!”, que se van sucediendo con mayor frecuencia hasta concluir en una explosión.